¿Por qué continuamos pecando si la Escritura declara que los creyentes son nuevas criaturas? Si te has hecho esa pregunta, es verdad que, la mayor parte del tiempo sentimos que hay una gran lucha interna dentro de nosotros. En esta nueva creación hay una parte nuestra que quiere agradar a Dios, pero existe una antigua naturaleza que se opone. La escritura describe esa lucha en diferentes partes; en una de ellas le llama “la lucha entre la carne y el Espíritu (Gálatas 5:17) Pero ¿Cómo podemos resolver ese conflicto? Claramente nosotros ya no estamos en Adán, sino que estamos a en Cristo (Romanos 5:12-19), somos personas redimidas, que estamos madurando, pasando de la esclavitud a la libertad, pero nunca estaremos completos hasta el día de la consumación. La transformación de nuestro ser es un proceso que durará toda la vida.
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La Antigua Naturaleza
Quizás lo que nos ayudará a comprender este conflicto y a lidiar bíblicamente con el es comprender ¿Qué es la antigua naturaleza? Pablo nos dice en Efesios que la vieja naturaleza pertenece a la antigua forma de vida. Esa antigua forma de vida que es corrupta por sus deseos engañosos. Pablo exhorta en (Efesios 4:22) que ya no debemos vivir de la antigua manera cuando los malos deseos dirigían nuestra forma de vivir. (Colosenses 3:5-7) Describe esos pecados que caracterizan la vida antigua que poseían los creyentes que antes estaban sin Cristo. Pablo les manda a que “hagan morir” esos malos deseos de la vieja naturaleza. Esa vieja vida solo pensaba en las cosas terrenales, lo que es perecedero y destinado a la ruina.
“El viejo yo” es la forma en la que aprendimos a vivir cuando no éramos creyentes. Es un modo de vivir desconectado de la vida de Dios. Un modo de vivir que crea su propia estructura de identidad, valor y propósito. Es como un virus en nuestra carne que busca controlar y manejar nuestra vida la cual se caracteriza por ser defensiva, posesiva, manipuladora y destructiva. La escritura dice que vivir bajo el control de la carne resultará en la esclavitud del pecado y la muerte (Romanos 8:12-13 Por lo tanto, amados hermanos, no están obligados a hacer lo que su naturaleza pecaminosa los incita a hacer; pues, si viven obedeciéndola, morirán; pero si mediante el poder del Espíritu hacen morir las acciones de la naturaleza pecaminosa, vivirán.)
La nueva creación
La buena noticia es que Dios nos ha hecho una nueva creación y ahí debemos enfocar nuestras mentes. Él Transformo nuestro corazón, nos dio nuevos afectos, emociones, deseos e inclinaciones santas (Tito 5:3 Él nos salvó, no por las acciones justas que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia. Nos lavó, quitando nuestros pecados, y nos dio un nuevo nacimiento y vida nueva por medio del Espíritu Santo.) El creyente se viste del nuevo hombre creado según Dios en justicia y santidad de la verdad (Efesios 4:24). Este nuevo yo esta siendo renovado en el conocimiento según la imagen de su creador y su vida se va a caracterizar por la compasión, la bondad, la humildad, la mansedumbre y la paciencia. Todo esto respaldado por el perdón y el amor que une todo en perfecta armonía.
La nueva creación vive totalmente diferente, él esta satisfecho y contento con Dios. El nuevo yo ahora esta unido a Jesucristo. Ahora la vida se trata de Cristo viviendo en nosotros y aunque vivimos en la tierra somos residentes del cielo y estamos aprendiendo a vivir en la tierra de ese modo. El nuevo hombre no se ofende fácilmente, no se aferra a las viejas heridas, no tiene que castigar, ni vengarse, no se detiene en las diferencias de los demás, no necesita protegerse, no necesita esconderse, él no odia, no rechaza y deja las consecuencias y los resultado en las manos de Dios.
Todo lo antes mencionado es verdad con respecto a cada creyente, pero ¿por qué están difícil vivir esa nueva vida en Cristo Jesús? La raíz del problema son los apegos falsos que el viejo hombre forma, esa inclinación al poder y a las posesiones para obtener identidad, significado, propósito y valor en la vida. Básicamente nos inclinamos a esas cosas como si fueran nuestros ídolos que al final no producen los resultados que necesitamos.
¿Qué hacer para poder vivir esa nueva vida?
1. No estamos solos, Dios está con nosotros
El tiene un propósito (Romanos 8:29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.) También nos llama a que nos involucremos activamente en lo que él está haciendo en nosotros (1Pedro 2:2-3; Colosenses 3:5-16; Efesios 4:1; Romanos 8:5-14; 1Pedro2:11) De este modo nos damos cuenta de que si hay alguien más interesado que nosotros mismos en hacernos crecer, madurar, enseñar y transformar, ese es nuestro Padre celestial.
2. Seamos honestos con nosotros mismos.
La honestidad es importante para la transformación de nuestras vidas. A la vieja naturaleza le encanta evadir, negar, justificar y jugar juegos mentales. Cuando somos honestos sobre nuestros pecados estos empiezan a perder poder y por eso es importante tomar conciencias de nuestras inclinaciones, confesarlos a Dios (1Juan 1:9) a otros creyentes, no como si ellos pudieran perdonarlos, sino para que puedan orar por nuestras debilidades. Hay muchos beneficios al rendir cuentas a otros hermanos de nuestras debilidades porque pueden aconsejarnos, guiarnos y sobrellevar nuestras cargas. (Santiago 5:16) Debemos también arrepentirnos de ellos (Proverbios 28:13)
3. Renueva tu mente
(Romanos 12:2) La palabra de Dios puede renovar nuestras mentes y transforman el corazón. Un corazón transformado hará lucir la nueva vida de Cristo. El quiere edificarnos y hacernos crecer para su gloria. El Señor nos llama a estar tiempo en su palabra, en la lectura y meditación (Salmo 1:2), a que permanezcamos en oración para no entrar en tentación (Mateo 246:41)
4. Confía en la obra de Cristo
Todas las cosas anteriores no tendrán ningún valor o resultado a menos que procedan de nuestra confianza en Cristo Jesús. El murió por nuestros pecados, nuestro problema está resuelto en el Señor. Él resucitó para darnos vida gratuitamente y nos a concedido del Espíritu Santo que ha hecho morar en cada creyente para capacitarnos en todo momento (Romanos 5:5). Confía en el poder del Evangelio que transforma vidas profundamente para la gloria de Dios.
El Señor ama a sus Hijos y Él los esta transformando día a día. Es un privilegio que el Señor nos haya llamado para ser parte de sus planes. Al final Dios terminará su obra en nosotros y seremos más como Cristo. Pero ¿Eres tú de los que gimen por ser libres de esta naturaleza pecaminosa? O ¿piensas que esta bien permanecer en el pecado sin fe y arrepentimiento? De ser así estas en peligro, y necesitas ser salvado por la gracia de Cristo y venir a él en arrepentimiento. Ven ahora, no pierdas tiempo y confía en Jesús antes de que llegué el día donde no habrá más oportunidad para recibir la vida eterna.
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