En el A.T el profeta era elegido para hablar de parte de Dios al pueblo. De este modo, El Señor traía Su Palabra y daba a conocer Su Voluntad. Dios habló por medio de Moisés que “levantaría a un profeta como él de entre sus hermanos y que pondría en su boca sus palabras” (Deut. 18:18-19).
Ese Profeta que habría de venir, era Jesús. El vino al mundo enviado por Dios, a darnos Su Palabra y revelarnos su voluntad.
Jesús es el Profeta enviado por Dios
38 veces se menciona en el libro de Juan que Jesús fue enviado por Dios. (Jn 12:44) Él mismo afirmó ser un profeta (Luc 4:24; 13:33) El pueblo también reconoció la misión profética de nuestro Señor Jesús. (Jn 6:16; 7:40; Mt 21:10-11)
El nos reveló la voluntad de Dios.
No solo la reveló, sino que nos dio ejemplo de cómo cumplirla. (Jn 6:38-40)
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Su mensaje era veraz e infalible.
En el A.T habla de cómo se llegaría a conocer si un profeta era de Dios o no. (Deut. 18:20-22). Él habló la Palabra de Dios, pues no habló por su propio cuenta (Jn. 14:10). El dijo: Mi enseñanza no es mía, sino del que me envió. (Jn. 7:26) Esto nos muestra que Jesús hablaba únicamente lo que su Padre le había dicho que hablara.
Las personas se pierden por no escuchar la voz del Señor, pero si quieres oír lo que Dios dice, entonces escucha al profeta, escucha ha Jesús. Cristo nos ha revelado la voluntad del Padre, y ésta es, que creamos en su Hijo a quien Él envió. No necesitamos oír a nadie más que ha Jesús. Él nos está hablando por medio de su Palabra, la Biblia y nos manda a arrepentirnos y creer en el evangelio que se nos ha sido anunciado.
No necesitamos oír a nadie más que ha Jesús. Él nos está hablando por medio de su Palabra.
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