Si somos lectores habituales de la Biblia y pensamos en algún rey que haya hecho bien su trabajo gobernando, es probable que pensemos en el Rey David. Aunque es verdad que fue un buen rey, no fue un rey perfecto y para ser honestos no siempre tomó las mejores decisiones, al mismo tiempo recordemos que él era un hombre pecador. También es cierto que amaba a Dios y su ley, y esa quizás es la razón principal por la cual su reinado en comparación a otros resalta como uno que es digno recordar e imitar.
Sin embargo, debemos ver más allá a una promesa hecha a David (2Sam 7:12-13)del verdadero Rey que vendría. Uno cuyo gobierno bueno y perfecto se establecería para siempre. En este pacto Dios promete a David un descendiente que sentaría en su trono. Dios confirmó esta promesa en (Is. 9:7) Su soberanía y su paz no tendrían fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia eternamente.
El Pueblo de Israel esperaba al ungido, el mesías que seria el Rey de Israel para gobernarlo y librarlo de su esclavitud. Nuestro gran rey aparece en escena en el N.T, su nacimiento es anunciado por el ángel Gabriel a María, por fin el Rey esperado, el mesías prometido había llegado al mundo para salvarlo (Luc. 1:26-32). Este Jesús es nuestro gran Rey que liberó a su pueblo dando su vida por ellos y establece su reino con servicio y extiende misericordia a los hombres. (Jn 18:36-37)
(1 Timoteo 6:15; Apoc 1:5) Cristo es nombrado como el Rey de reyes. Él es superior, tiene la preeminencia de todas las cosas, el posee la autoridad y su señorío es inquebrantable. Estas son grandes noticias, somos llamados a formar parte del Reino de este Rey benevolente y amoroso. Y cuando somos salvados de nuestros pecados, Dios nos traslada del dominio de las tinieblas al Reino del Hijo Amado. Este Rey de paz busca el bien de nuestras alma y nos manda a confiar en él y abandonar nuestra rebelión pecaminosa en arrepentimiento. Pero también es cierto que Jesús volverá y quebrantará a los que se rehusaron rendirse a Él hará justicia en el tierra (Apoc. 19:11-16). Ríndete al gobierno del Gran Rey y Señor Jesucristo!
Cristo es nombrado como el Rey de reyes. Él es superior, tiene la preeminencia de todas las cosas, el posee la autoridad y su señorío es incuestionable.
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